Hace unos días, conversando
telefónicamente con un muy querido amigo, me planteó la necesidad
de soltar a los cuatro vientos mis ideas, mis opiniones, sobre el
actual devenir de los acontecimientos. No es que yo crea que tienen
gran valor, puesto que ni soy una persona especialmente letrada, ni
leo demasiadas noticias (básicamente porque ya no son noticias, son
comunicados catastróficos y además tergiversados la inmensa mayoría
de las veces).
Mi situación socio-económica actual
podría calificarse de deficiente siendo generoso y no creo poseer
ninguna cualidad excepcional capaz de diferenciarme de cualquier otro
ser humano normal, salvo, quizás, la aclaración de que para mi la
normalidad (al menos en este caso) no es lo habitual, no es la media
del conjunto de seres humanos (o del conjunto más o menos próximo a
mi), para mi la normalidad consiste en ser una persona, lo cual, en
si mismo, requiere ciertas dosis de intelecto, auto-crítica,
educación, etc. En definitiva una gota de ética y otra de sentido
común, lo cual no debería ser una exigencia excesiva para la
inmensa mayoría de la población de un país en que la enseñanza
primaria es obligatoria desde la posguerra.
La realidad circundante, empero, nos
demuestra que no es así; la gente en este país aprende a decir lo
que está escrito en los papeles, pero no aprenden a interpretarlo y
mucho menos han aprendido a leer con un cierto sentido critico. Esto,
cuando yo iba al colegio se denominaba analfabetismo funcional, ahora
no se denomina de ninguna manera, puesto que decir la verdad se ha
convertido en arma de ataque para todo. (La intolerancia de la
intolerancia).
Esto puede ser debido al aprendizaje
sobre la clase gobernante, tanto empeñarse en que repetir una
mentira sistemáticamente la convierte en verdad, parece que ha
calado. Y nos hemos olvidado de que cambiar de nombre a las cosas no
las mejora en absoluto, antes-bien, lo que hace es despistar nuestro
juicio, porque al fin el problema no es lo que te llamen, el problema
es que lo eres (¿gilipollas...?) y eso no lo va a cambiar el epíteto
que te atribuyan.
Por tanto la cruda, dura, cochina o
como quieran llamarle a la realidad es que el cambio de nombre, no me
conduce a ningún sitio, salvo a un ejercicio hartamente extendido
que es la negación de la realidad (dicen las estadísticas que más
del 80% de los seres humanos se mienten a si mismos, pero no
excepcionalmente, sino como norma habitual, incapaces de enfrentarse
a su propia realidad). Espero y deseo que esas estadísticas estén
largamente equivocadas, pues de no ser así, nuestro futuro próximo,
no es que sea negro, será inexistente.
En fin, a lo que iba, me puse a darle
vueltas y al fin me dije: ¿por qué no? Pero eso si, puestos a
escribir lo haré desde mi personal perspectiva de la vida, esto es,
nada de paños calientes ni de mensajes compasivos. Mi opinión no es
ni inamovible ni indiscutible,bien al contrario, estoy dispuesto a
cambiarla, siempre que el razonamiento me lleve a ello, lo que no
haré será admitir la negación de evidencias ni los “porqués”
habituales en la actual sociedad, a saber: porque si, porque no,
porque lo digo yo. En mi fuero interno, siempre pienso lo mismo
cuando me contestan de una de estas maneras. ¿Para que perderé yo
mi precioso tiempo discutiendo con este personaje? Si no se hizo la
miel para la boca del cerdo.
Bueno, pues visto que me alargo una
barbaridad (y no era esa la idea inicial).
El blog estará dedicado a eso, a
averiguar si algún día llegará el techo de la estupidez humana, si
algún día seremos capaces (como sociedad, quiero decir) de aprender
de nuestros errores, de mirar la historia como una forma de
aprendizaje (a nivel especie) y no como algo manipulable para arrimar
el ascua a mi sardina.
A debatir sobre cualquier tema de
actualidad (rabiosa o no) que se tercie. Desde la perspectiva de una
sociedad que sigue un modelo agotado y que no podrá salir del
agujero en que está cayendo mientras no atienda a su conocimiento
más allá de lo que atiende a sus deseos.
A poner verde al político de turno si
es lo que merece pero siempre desde una perspectiva lo más ecuánime
posible (la única ideología en la que creo actualmente es en la del
cariño que le tengo a determinadas personas).
A conversar sobre el devenir de los
acontecimientos: sociales, políticos, económicos, geológicos,
energéticos o de cualquier otro tipo.
En fin a discutir (entendido como
expresión de la primera acepción que le otorga el diccionario)
sobre los acontecimientos cotidianos que en el mundo occidental
suceden actualmente. Sus causas, sus efectos, sus alternativas,...
Y en resumen, a averiguar si todo este
cúmulo de circunstancias no podría haberse evitado si el ser humano
se comportara como se autodefine, es decir, racionalmente.
Como colofón a este rollo diré que no
me gusta jugar con cartas marcadas, así pues,empezaré por
posicionarme. Personalmente creo que el problema de fondo no es la
economía, ni el petroleo ni el cambio climático ni la
superpoblación humana, el problema de fondo que ha hecho surgir los
anteriormente citados y muchos más es la estupidez humana, la de
todos (y me incluyo, como no, pues soy parte de esta sociedad), por
dejadez, por comodidad, por egoísmo, por avaricia, por envidia, por
miseria mental en definitiva. Por todo esto opino que el problema es
sociológico y la solución solo lo será verdaderamente desde esa
perspectiva. Más vale pues que alcancemos rápidamente el peak
estupidez, yo por mi parte hace años que lo intento.
Pues estás equivocado, los hombres no son estúpidos, nos hacen estúpidos. Y la diferencia es tan grande que salvo que reconozcas el error yo no vuelvo a aparecer por aquí. Pero como ejercicio escolar te propongo que leas la entrada Imbecil en el "diccionario del diablo" y el "tratado sobre la estupidez humana" de Cipolla
ResponderEliminar¿Por que, porque es más comodo echar balones fuera?
EliminarLa responsabilidad de cada individuo es una premisa fundamental para convivir socialmente, esto ya lo saben los animales gregarios. Para que la sociedad te haga estúpido tu tienes que permitirselo, por tanto la responsabilidad es tuya y tanto me da si lo eres solito o con ayuda
Totalmente de acuerdo, Carlos. Al "amigo" anónimo le ha pasado lo que a tantos: se ha visto reflejado en el espejo al leer tu texto y eso ha sido superior a lo mínimamente soportable y ha reaccionado con la rabia propia de esos casos, cargándole el mochuelo a "esos", "los otros", "los que nos hacen", el coco de toda mente limitada. Yo si prometo volver por aquí.
ResponderEliminarEnric
No, no es más fácil echar balones fuera, lo facil es hacer sicología olvidando que, como se dice en "crimen y castigo", es un "arma de doble filo". Quizá creáis que estáis hablando con un imbécil que no sabe lo que dice, pero yo tengo la sensación de que vosotros no tenéis ni idea de sicología ni de filosofía moral. Si queréis podéis empezar por la "Crítica de la razon practica"
ResponderEliminary cuando la entendáis bien, con todas sus antinomias, pasamos a la "Fenomenología del espíritu" y ahí os explico el problema tal y como nos es dado.
En primer lugar no he pretendido en ningún momento ser un erudito en psicología ni en nada.
ResponderEliminarEn segundo lugar si eres un imbecil es cosa tuya, yo no te lo he llamado.
En tercer lugar es posible (y muy probable, además) que no esté de acuerdo con el materialismo filosófico, lo cual es muy distinto a no saber lo que es.
Y si quisiera recomendaciones de lecturas, lo habría pedido.Porque a ti si que parece que solo te gusta opinar desde el pulpito, dando directrices a los demás. Opina lo que te parezca y no intentes hacerte el sabio a base de citar bibliografía, más bien razona tus respuestas en lugar de sollozar por la impresión (desconocida por otra parte) que tienen los demás de ti.
Pulpito es llamar imbéciles a quienes no pueden evitar lo que les pasa por encima.
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