lunes, 25 de febrero de 2013

LA VERDAD ES LA VERDAD, DIGALA AGAMENON O SU PORQUERO

Cuando uno ve la sucesión de errores cometidos por los distintos pueblos que en el mundo han sido... llega a pensar que no tenemos remedio...
En primer lugar porque si nos fijamos en la historia (no en las leyendas) sino en los hechos en si, resulta meridianamente claro que el ser humano tiene una serie de características generales (supongo que inherentes a la raza, como cualquier otro animal) muy definidas y que no son elogiables precisamente: Avaricia, Envidia, Codicia, Egoísmo y un largo etcétera, pongan ustedes las que más les guste (o las que más asco que les de, que para el caso es lo mismo). Todo esto, aderezado con el sentimiento más poderoso que nos asiste (miedo, por si no lo saben) hacen de nosotros unos especímenes especialmente destructivos.
Hasta aquí creo que no es necesario poner demasiados ejemplos, basta con echar un vistazo a todos los sistemas de poder que en el mundo ha habido, salvo contadas excepciones (lógicamente encabezadas por gente excepcional) que tuvieron una mínima duración, los sistemas de poder se basan en dos puntos principales. La fuerza (bruta, sin paliativos en épocas pretéritas y más sibilina en tiempos más cercanos) y en el miedo.
Si reflexionamos un poco, nos damos cuenta de que la primera no vale nada sin la segunda y la segunda es despreciable frente a gentes honestas, dispuestas a enfrentarse a lo que fuera necesario en busca de un fin justo (que no es lo mismo que interesado), entonces es cuando, tristemente, podemos percibir que el hombre en general, es el bicho más mísero y cobarde de cuantos hay en la creación.
En estos sistemas de poder La verdad es que en mayor o menor medida ha estado siempre en manos de ciertos grupúsculos que cual virus de la gripe han ido mutando y moviendo los hilos para perpetuarse en la butaca.
Esto, que, aunque pudiera parecerlo, no es cosa de magia se debe a la conjunción de dos factores; la inteligencia (ese don que se supone a los seres humanos y que la experiencia dicta que la mayoría o no lo posee o no la usa, que no se que es peor) y la falta de escrúpulos, en realidad más a esto último que a lo primero.
Yo, que soy agnóstico, me voy haciendo anti-teocrata con la edad, básicamente porque los distintos dioses son el verdadero medio por el cual nos manipulan. No, no me digan que hoy la gente no va a misa, porque el dios de nuestra era es el dinero, y, ¿quien no ha pisado una sucursal bancaria?
No importa realmente si los bancos lo tienen o no, no importa si la gente adolece de el, lo que verdaderamente importa es que por medio de el nos controlan, porque ellos son los que controlan ese dios que rige nuestras vidas (el dinero) y por tanto el poder. Se manipula a la gente, pero solo porque esa gente es demasiado cobarde, demasiado deshonesta y demasiado egoísta para pelear a cara descubierta por lo que en justicia (hablo de justicia, no de ley) le pertenece.
Voy a intentar ilustrar esto con unos ejemplos::
-Las manifestaciones por la sanidad pública de los propios trabajadores de esta. Esta gente no se manifiesta por los usuarios de la misma, sino por sus derechos (ojo, no digo que no sean legítimos) lo que no es legítimo es la mentira a la que se acogen para mantener su estatus, porque en un momento de pobrezas y necesidades, salir a la calle exigiendo el mantenimiento de las propias prebendas no se vería con buenos ojos y así usamos el cinismo para conseguir fines prostituidos, que de otra forma serían muy respetables, pero poco populares. Es decir cambiamos el discurso por miedo a la envidia del vecino, la miseria del otro nos vuelve miserables para defendernos
Vivimos en el mundo de la mentira, porque vivimos en el mundo de la comunicación en otra época, se les aplastaría a mandobles, hoy se les ningunea mientras los demás miran a otro lado ¿acaso ellos no lo hicieron cuando los problemas eran de otros?

Los problemas por los desahucios: No puedo obviar aquí que las hipotecas infladas por encima del precio real de las viviendas y el otorgamiento de prestamos por encima del 100% del valor de los inmuebles fueron consentidas e incluso alentadas por los bancos, pero: también fueron aceptadas y muy gustosamente por gente cuya ilusión era vivir cómodamente por encima de sus posibilidades, sin más fundamento que su deseo de que todo en la vida fuera de color de rosa. Los bancos son culpables de haber seguido y alentado unas practicas ilegales, pero esta gente es culpable de irresponsabilidad y avaricia como poco. Así, manipulamos la verdad, cada uno en beneficio propio; la gente se suicida por perder su hogar, debemos permitir la dación en pago para evitarlo. No, señores, la gente se suicida por un conjunto de razones mucho más complejas que perder su casa, ustedes están usando sus cadáveres en provecho propio, porque lo han pintado para excusarse y darnos pena, pero la realidad es que se puede vivir con muchos menos lujos y en casas alquiladas, sin desenterrar muertos para que sirvan a nuestros propósitos (triste afición por cierto, esta que tenemos en España de andar desenterrando muertos, habríamos hecho mejor en preocuparnos cuando estaban vivos, ya es hora de dejarlos en paz).
A ver si alguien va a creer que pretendo defender a los bancos, de eso nada, si un banco quiebra que quiebre y si cierra, pues como cualquier otra empresa que lo ha tenido que hacer y si sus propietarios se arruinan, pues bienvenidos al club, eso es el libre mercado, ¿no lo propugnaban ustedes? Y no me cuenten que son “imprescindibles” para el sostenimiento de la economía, entonces que se nacionalicen, las estructuras y servicios “imprescindibles” para la comunidad son públicas (¿acaso a alguien se le ocurre privatizar las fuerzas de orden del estado?), si los bancos lo son, que sean públicos y sino, el que cierre cerró y a otra cosa mariposa.
No quiero decir con todo esto que no debiera regularizarse la ley hipotecaria, claro que si, pero desde una perspectiva justa y realista. Una hipoteca sobre un bien inmueble, afecta a este bien, si Pepe Pérez es su propietario y decide ponerla como aval frente a un préstamo que le hace Pepe López, allá ellos, que sepan a que atenerse y que ninguno venga llorando después, la cuestión es que la ley tenga perfectamente delimitadas las responsabilidades y derechos de los dos Pepes y que cada uno de ellos sepa cual son sus obligaciones y derechos y los afronte, eso es responsabilidad, eso es honestidad y eso debería ser la cochina realidad, si el ser humano pudiera, que no puede, calificarse en general de “persona”.
Ahora volvamos al tema inicial, el control del pueblo y el poder, el cachondeo de los políticos: Tu robas, tu más, tu estafas, tu más, etc. Parece un partido de tenis y los espectadores solo tenemos una seguridad: que nos mienten. Aquí nadie le dice la verdad ni al médico. Pero ahí siguen, con unas leyes que no les controlan y que solo ellos pueden cambiar ¿realmente alguien cree que no seguimos bajo su yugo al igual que en tiempos pretéritos? Esta gente se hace con el poder (no digo que lo ejerce, porque eso implica un montón de cosas empezando por responsabilidad, que no está en sus vocabularios) y se dedica a favorecer los intereses más poderosos que encuentra a su alrededor, en beneficio propio (y digo propio, porque los favores a terceros, son solo en interés propio, no de estos últimos, si no saco nada haciendo favores o no pierdo dejando de hacerlos, desde luego, no muevo un dedo, a ver si alguien cree todavía que saben lo que significa lealtad, hablamos de su idioma particular, muy limitado). Pero todos estamos encantados en esa mentira, porque unos sueñan con sucederles, otros con que sus intereses sean mayoritarios y les resuelvan la vida de gratis, algunos directamente chupan de los tetos de la vaca por amiguismo y los cuatro gatos que creen en un sistema honesto y en una sociedad más justa, sabemos que es mentira, que el ser humano, en general, no busca esto, adora un sistema piramidal, siempre y cuando el esté en los escalafones superiores de esa pirámide, porque en cuanto pasa de un determinado nivel, comprende que el rollo ese de la igualdad y los derechos, está para los que no tienen su posición pero la desean, la diferencia está en lo que cada uno es capaz de hacer o dejar de hacer para llegar ahí y el problema de fondo es nuestra condición humana, lo miserables que resultamos viéndonos a tamaño real, nuestros anhelos, nuestra codicia, nuestra envidia, nuestro desprecio por los demás, solo somos capaces de respetar nuestro miedo.
Una pequeña reflexión ¿que país o que sistema de poder tiene o tuvo verdadera capacidad para detener al pueblo que subyugaba cuando este se levantó en armas acuciado por el hambre y la necesidad? La respuesta es simple, ninguno. El equilibrio se mantiene mientras el miedo a la autoridad es mayor que el miedo a la perdida de las necesidades básicas (no para sobrevivir, la idea de lo básico depende de cada humano en cada momento de su vida), en el momento que el miedo a la perdida es mayor que a la autoridad y se generaliza, la primera es derrocada, solo para dejar paso a otra más conveniente en ese momento y la pirámide se vuelve a construir, con otros materiales, otras circunstancias, otros nombres, pero al fin con lo más raquítico (moralmente hablando por supuesto) de la sociedad de cada época en la cúspide.
No quiero decir con esto que la evolución de la sociedad humana haya sido inútil, ni mucho menos, a lo que voy es que a partir de un determinado punto está total y absolutamente limitada por nuestra incapacidad para la cooperación desinteresada.
Solo nos acordamos de Santa Barbara cuando truena. A nadie le preocupó si lo que hacia el gobierno era justo o no, si los mercados eran buenos o malos, hasta que empezó a afectarle personalmente. ¿Que no?
Hace años también había desahucios, pero como la cosa era minoritaria, nadie se preocupó.
Hace años la sanidad no era tan deficitaria, entonces nadie se preocupó de cuidarla, nadie se cortó a la hora de aprovecharse, desde los usuarios que exigían ambulancias en muchísimos casos innecesarias hasta los facultativos que cobraban un dinero por tener dedicación exclusiva y después trabajaban en lo privado, con la aquiescencia (naturalmente) de la administración.
Cuando los distintos gobiernos de este país y sus comunidades autónomas dilapidaban millones en construir aeropuertos. Con lo bonito que queda, nadie miró a quien expropiaban, si era justo o no. Si eran necesarios, si tenía sentido, si nos lo podíamos permitir.
Cuando se permitía a las empresas pre-jubilar a gente con 45 años y sueldos por encima de 3.000€ mensuales por estar en casa. Bien que callaron los sindicatos, a pesar del agravio comparativo frente a jubilados reales que percibían mucho menos y bien que se defendió las jubilaciones no contributivas y se olvidó a los que con su esfuerzo las hicieron posibles, disminuyendo año a año la capacidad adquisitiva de aquellos que las habían ganado con su esfuerzo.
Cuando cualquier iletrado ganaba más dinero al mes que los licenciados con profesiones liberales.
Y así podría seguir horas, pongan un larguísimo etcétera y díganme ¿quien entonces salió a la calle a defender los derechos de los demás, ante injusticias flagrantes? todos mirábamos a otro lado, porque no teníamos ni necesidad ni ganas de escucharlos. Ahora, como algunos de estos grupúsculos son más numerosos, creen tener más razón y eso es totalmente falaz, Lo que es justo, lo es siempre, desgraciadamente vivimos en una sociedad acomodaticia, en la que palabras como esfuerzo, responsabilidad, honestidad, no tienen sentido. Si lo tienen en cambio falsos parámetros de compasión mal entendida, falsos valores morales que rehuyen la más elemental reflexión.
La razón o la justicia no son valores acomodaticios maleables a nuestra conveniencia, son estructuras morales, que, de ser honestas, contienen unos parámetros de vida muy concretos e inamovibles, demasiado precisos, demasiado exigentes para el ser humano corriente. Al final todo se resume en una frase: “De las personas te puedes fiar, de los seres humanos no”, Lo que hace triste esta reflexión es que conozco a miles de seres humanos y... tan pocas personas.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

LEY Y LEGISLADORES

Ayer leí que las comunidades autónomas tienen una media de retraso en pago a autónomos de 163 días. La cosa no es que me sorprenda, es que es ilegal.

Hace meses el gobierno aprobó una ley (ley de morosidad si no me equivoco) según la cual las administraciones públicas no podían diferir los pagos de facturas por encima de los 45 días y para el 2013, osea dentro de 12 días, la nueva directiva europea dice que 30 días como máximo.

Cuando lees estas cosas te pasan por la cabeza recuerdos de un cierto presidente autonómico que dijo que no cumpliría una sentencia del supremo o de un presidente del gobierno que dijo que ya encontrarían la manera de saltársela (como ejemplo rápido, que hay más).

Total que llegados a este punto ¿que coño hago yo intentando cumplir las leyes de este país? Si los legisladores y los ejecutores se la pasan por el mismísimo forro, debe ser que no sirven para nada y si no sirven para nada y además no pasa nada, pues si, eso mismo, hago el estúpido, voy a tener que empezar a no obedecer.

Recuerdo con cariño y agradecimiento lo que un buen día me comento un erudito del derecho. Una cosa son las leyes fundamentales y los fundamentos del derecho y otra muy distinta las legislaciones cambiantes de los gobiernos. Las primeras no solo son leyes, sino que tratan de ser justas y en general lo consiguen, las segundas solo son herramientas al servicio del legislador de turno, que las utiliza como arma arrojadiza a favor de sus intereses y en contra de todos los que los obstaculicen.

Pues a ver si tenemos que ponernos todos a distinguir unas de otras y empezar a saltarnos las que no tienen más fundamento que el politicastro de turno, porque encima estaríamos justificados, sobre todo teniendo en cuenta que de los tres últimos gobiernos de esta nación (no me retrotraigo más que da vértigo) la cantidad de promesas no solo incumplidas sino traicionadas y tergiversadas, supera a las cumplidas, por tanto, no son válidos ninguno de sus actos, ya que en democracia, las promesas electorales y los programas son la garantía de los candidatos.

Claro ellos alegarán que a los cuatro años, etc. Pero no: si a usted se le contrata por cuatro años para un trabajo con un compromiso de objetivos y lo incumple, se le echa, pero no dentro de cuatro años, ipso facto.

Me estoy metiendo en camisas de once varas, porque por este camino hay que cambiar el sistema entero y quizás lo que sucede es que en el fondo, este país lo que necesita es una revolución y no digo (y espero que no sea así) que tenga que ser violenta, pero si democracia es que el poder reside en el pueblo, es el pueblo en conjunto el que debe levantarse y decir ¡basta! ¡hasta aquí llegamos!, ya estamos suficientemente calvos para que nos tomen más el pelo, esto tiene que cambiar.

En un estado de derecho los poderes legislativo, ejecutivo y judicial son independientes, cosa que aquí no ocurre y por tanto el sistema está podrido y es lógico, puesto que nadie vigila al vigilante y eso es un error de primero de parvulitos, porque si nadie vigila al vigilante, tarde o temprano (aquí, temprano, directamente), el vigilante será el que se lleve el cajón de los dineros y encima nos contará que ha sido manolito y como a el nadie le vigila, nos quedan dos opciones, a saber:

1.-Creer al vigilante: que es lo que estamos haciendo y la cosa va de culo y sin frenos por un precipicio.

2.- Cambiar el procedimiento y que alguien vigile al vigilante, con la particularidad de que también sea vigilado, no sea que nos salga otro chorizo.


En resumen: Más vale que la sociedad española se despierte y lo haga temprano, porque nos llevan al abismo de cabeza y esta visto que ellos solitos no pararan (ni rojos ni azules, los mismos perros con distintos collares) ¡Ah! Y no me cuenten que todo el mundo está igual, cojan estadísticas y comparen, a ver que país ¿desarrollado? Tiene los niveles de paro que tenemos aquí “y creciendo”

Claro que si les parece un dato poco significativo, díganme otro que ejemplifique mejor el drama social actual. Se admiten apuestas.

martes, 18 de diciembre de 2012

POR ALGUN SITIO HAY QUE EMPEZAR

Hace unos días, conversando telefónicamente con un muy querido amigo, me planteó la necesidad de soltar a los cuatro vientos mis ideas, mis opiniones, sobre el actual devenir de los acontecimientos. No es que yo crea que tienen gran valor, puesto que ni soy una persona especialmente letrada, ni leo demasiadas noticias (básicamente porque ya no son noticias, son comunicados catastróficos y además tergiversados la inmensa mayoría de las veces).

Mi situación socio-económica actual podría calificarse de deficiente siendo generoso y no creo poseer ninguna cualidad excepcional capaz de diferenciarme de cualquier otro ser humano normal, salvo, quizás, la aclaración de que para mi la normalidad (al menos en este caso) no es lo habitual, no es la media del conjunto de seres humanos (o del conjunto más o menos próximo a mi), para mi la normalidad consiste en ser una persona, lo cual, en si mismo, requiere ciertas dosis de intelecto, auto-crítica, educación, etc. En definitiva una gota de ética y otra de sentido común, lo cual no debería ser una exigencia excesiva para la inmensa mayoría de la población de un país en que la enseñanza primaria es obligatoria desde la posguerra.

La realidad circundante, empero, nos demuestra que no es así; la gente en este país aprende a decir lo que está escrito en los papeles, pero no aprenden a interpretarlo y mucho menos han aprendido a leer con un cierto sentido critico. Esto, cuando yo iba al colegio se denominaba analfabetismo funcional, ahora no se denomina de ninguna manera, puesto que decir la verdad se ha convertido en arma de ataque para todo. (La intolerancia de la intolerancia).

Esto puede ser debido al aprendizaje sobre la clase gobernante, tanto empeñarse en que repetir una mentira sistemáticamente la convierte en verdad, parece que ha calado. Y nos hemos olvidado de que cambiar de nombre a las cosas no las mejora en absoluto, antes-bien, lo que hace es despistar nuestro juicio, porque al fin el problema no es lo que te llamen, el problema es que lo eres (¿gilipollas...?) y eso no lo va a cambiar el epíteto que te atribuyan.

Por tanto la cruda, dura, cochina o como quieran llamarle a la realidad es que el cambio de nombre, no me conduce a ningún sitio, salvo a un ejercicio hartamente extendido que es la negación de la realidad (dicen las estadísticas que más del 80% de los seres humanos se mienten a si mismos, pero no excepcionalmente, sino como norma habitual, incapaces de enfrentarse a su propia realidad). Espero y deseo que esas estadísticas estén largamente equivocadas, pues de no ser así, nuestro futuro próximo, no es que sea negro, será inexistente.

En fin, a lo que iba, me puse a darle vueltas y al fin me dije: ¿por qué no? Pero eso si, puestos a escribir lo haré desde mi personal perspectiva de la vida, esto es, nada de paños calientes ni de mensajes compasivos. Mi opinión no es ni inamovible ni indiscutible,bien al contrario, estoy dispuesto a cambiarla, siempre que el razonamiento me lleve a ello, lo que no haré será admitir la negación de evidencias ni los “porqués” habituales en la actual sociedad, a saber: porque si, porque no, porque lo digo yo. En mi fuero interno, siempre pienso lo mismo cuando me contestan de una de estas maneras. ¿Para que perderé yo mi precioso tiempo discutiendo con este personaje? Si no se hizo la miel para la boca del cerdo.
Bueno, pues visto que me alargo una barbaridad (y no era esa la idea inicial).
El blog estará dedicado a eso, a averiguar si algún día llegará el techo de la estupidez humana, si algún día seremos capaces (como sociedad, quiero decir) de aprender de nuestros errores, de mirar la historia como una forma de aprendizaje (a nivel especie) y no como algo manipulable para arrimar el ascua a mi sardina.
A debatir sobre cualquier tema de actualidad (rabiosa o no) que se tercie. Desde la perspectiva de una sociedad que sigue un modelo agotado y que no podrá salir del agujero en que está cayendo mientras no atienda a su conocimiento más allá de lo que atiende a sus deseos.
A poner verde al político de turno si es lo que merece pero siempre desde una perspectiva lo más ecuánime posible (la única ideología en la que creo actualmente es en la del cariño que le tengo a determinadas personas).
A conversar sobre el devenir de los acontecimientos: sociales, políticos, económicos, geológicos, energéticos o de cualquier otro tipo.
En fin a discutir (entendido como expresión de la primera acepción que le otorga el diccionario) sobre los acontecimientos cotidianos que en el mundo occidental suceden actualmente. Sus causas, sus efectos, sus alternativas,...
Y en resumen, a averiguar si todo este cúmulo de circunstancias no podría haberse evitado si el ser humano se comportara como se autodefine, es decir, racionalmente.

Como colofón a este rollo diré que no me gusta jugar con cartas marcadas, así pues,empezaré por posicionarme. Personalmente creo que el problema de fondo no es la economía, ni el petroleo ni el cambio climático ni la superpoblación humana, el problema de fondo que ha hecho surgir los anteriormente citados y muchos más es la estupidez humana, la de todos (y me incluyo, como no, pues soy parte de esta sociedad), por dejadez, por comodidad, por egoísmo, por avaricia, por envidia, por miseria mental en definitiva. Por todo esto opino que el problema es sociológico y la solución solo lo será verdaderamente desde esa perspectiva. Más vale pues que alcancemos rápidamente el peak estupidez, yo por mi parte hace años que lo intento.